Con la llegada del nuevo año surgen los nuevos propósitos. El más repetido es mejorar los hábitos de alimentación.
Cuando decidimos ser padres, algo cambia en nuestra vida y nuestro pequeño se convierte en el centro de ella. Al igual que buscamos el juguete perfecto, el libro más bonito o las actividades más beneficiosas, deberíamos dedicar tiempo a la alimentación.
Enero es un buen momento para cambiar hábitos que no nos gusten. Lo más importante para cumplir nuestro propósito es organización. Si planificas las comidas y cenas de tu familia para toda la semana ahorrarás tiempo y dinero. Además, evitarás comidas insanas de última hora.
En mi casa somos muchos y es imprescindible hacer una buena planificación. Dedicamos a ello la mañana del sábado, organizamos el menú de cenas entre todos y vamos al mercado a comprar lo que nos haga falta. Es importante que los niños colaboren exponiendo lo que quieren y que logremos llegar a un acuerdo. A mis hijos no les gustan todas las comidas que elegimos, pero saben que todos tenemos preferencias y nos adaptamos.
El domingo por la tarde es el momento de preparar. Dejamos casi todo hecho y de esta manera no vamos agobiados durante la semana. Este domingo pudimos dejar listo el solomillo y las verduras que acompañan al cuscús del lunes. Hicimos el rollito de espinacas y solo faltaba rellenarlo el mismo martes.
La crema de calabaza del miércoles y el arroz con los guisantes del jueves están listos para rematar antes de la cena de cada día.
El viernes, cenamos más tarde y cocinamos la cena entre todos. Las empanadillas son fáciles y elegimos diferentes rellenos, pero al no haber cole al día siguiente podemos dedicar un ratito a cocinar.
Cuscús de verduras asadas
Rollito de espinacas
Crema de calabaza especiada
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